Los chicos y adolescentes pasaron dos años escolares en circunstancias de pandemia: han tenido clases virtuales, híbridas, con burbujas, con aislamiento alternado. Todo indica que este 2022, aunque seguiremos en contexto de crisis sanitaria, la escuela se parecerá más a la que ellos conocían antes de la covid-19. Más allá de la modalidad a la que tengan que adaptarse, cada comienzo de clases siempre implica retomar la rutina y volver a los libros, un proceso costoso para el que necesitamos prepararlos.
Los cambios en las rutinas, por sí mismos, suelen ser grandes desestabilizadores emocionales en los niños, aclaran los especialistas. En este sentido, el regreso a las aulas puede generar en ellos cierta angustia e incluso temor.
“Es importante prepararlos ante todos los nuevos cambios, ya que ellos los vivencian cómo pérdidas o angustias. En el consultorio los niños manifiestan la alegría de volver a ver sus compañeros, pero su desilusión de comenzar nuevamente con sus tareas. Hay que explicarles que el espacio escolar es un espacio dónde encontrarán buenos amigos, juegos y nuevos conocimientos y curiosidades. Así como un día no es igual a otro, un año tampoco es igual a ninguno”, resalta Cecilia López, psicóloga especialista en niños. Y nos da el primer consejo: hay que ayudarlos a recordar qué fue lo más lindo que les paso el año anterior. “Esto ayuda a fomentar el espacio pedagógico como algo positivo”, apunta.
Natalia Jiménez Terán, psicopedagoga especializada en neurociencias, explica que siempre la vuelta a clases remueve muchas emociones y que esto puede provocar sentimientos como ansiedad y estrés. “Hay que despedirse de las vacaciones, volver a organizar tiempos y rutinas. Y todo puede parecer caótico. La cuestión es empezar a organizarnos unos días antes y especialmente los papás tenemos que buscar la calma y transmitirles a los chicos tranquilidad de que sí podemos enfrentar bien las obligaciones que llegan con el nuevo año escolar. Recordemos que los niños son espejos de los adultos; si nosotros nos volvemos locos con la vuelta clases, seguramente les vamos a trasladar lo mismo”, remarca.
¡A reordenarse!
Además de la ansiedad y el estrés, es normal que algunos niños se depriman, tengan trastornos del sueño, falta de apetito y de energía o que les cueste concentrarse. “Estos síntomas son esperables a todos los cambios. No hay que olvidar que las vacaciones también incentivan a los chicos a modificar costumbres, tales como: dormir o comer en un horario distinto. Ahora, habrá que volver a adaptarse”, señala López.
“Los hábitos funcionan como límites en los chicos, cuando yo tiendo a modificarlo y flexibilizar hábitos preestablecidos, el niño vivencia la falta de hábitos/límites como desorganización e inseguridades, y ese comportamiento es el reflejo de lo que está atravesando. ¿Qué hay que hacer? Ayudarlos y acompañarlos a ordenarse nuevamente en hábitos nuevos y saludables”, propone.
“Es bueno ir cambiando de forma progresiva las rutinas. Una buena estrategia es diseñar los horarios juntos, colorearlos y pegarlos en lugares visibles de la casa; también ver con ellos todo el material que necesitarán este año y organizarlo”, recomienda Jiménez Terán. “La motivación es esencial en el proceso de aprendizaje. Ya se ha demostrado que las emociones influyen de gran manera este proceso”, remarca.
Asimismo, es muy importante el diálogo: recordarles que la escuela no es solo un lugar para aprender contenidos, sino que es esencial para hacer amigos y vincularse con otras personas.
Para vencer los miedos al contagio de covid-19 (todavía muy presentes), la psicopedagoga propone generarles confianza a los chicos volviendo a decirles cuáles son todos los métodos de cuidado y que estarán bien si los cumplen.
“Recomiendo explicarles los cambios y progresos que tuvimos desde que comenzó la pandemia. Antes no teníamos vacunas, ahora sí; antes no podíamos ver a nuestros familiares, ahora sí; antes no veíamos a nuestros amigos, señoritas y compañeros, ahora sí. Hemos progresado mucho. Los miedos nos acompañan siempre, pero aprendemos de ellos también. El temor nos enseña a estar alerta diferenciando que hay cosas de las que puedo cuidarme y estar más atento. Por eso tenemos que seguir cuidándonos entre todos respetando algunas reglas (como el barbijo, el lavado de manos, etcétera) que nos ayude a que sigamos compartiendo la posibilidad de vernos en la escuela, ver a nuestra familia y amigos”, añade López.
Qué hacer con la apatía
Respecto de aquellos alumnos que continúan en un estado de poca motivación y apatía, Jiménez Terán recomienda indagar más a fondo qué les está pasando y buscar ayuda de un profesional en caso de ser necesario.
“Esta generación fue muy afectada por la falta de contacto durante la pandemia. La situación causa angustias que se expresan en forma de apatía o desmotivación. Para ayudarlos, los docentes pueden trabajar sus contenidos temáticos a través de proyectos áulicos que propicien una nueva forma de contacto con algo que les agrade y que ayude a su desempeño: por ejemplo, a partir de manualidades o de un personaje de televisión, videojuegos, imaginario, literario, etcétera. Por supuesto óptimo para el desarrollo del aprendizaje. Hay que usar mucha creatividad para trabajar en el aula, desestructurar a veces algunas cosas para acercarnos a esos chicos, y no esperar que ellos se acerquen a nuestra enseñanza”, propone López.